Paso a paso en el Camino de Santiago
De Pamplona a Puente la Reina
14 de mayo de 2018
Etapa 4 – Km. 24

También este nuevo día en el Camino comienza con un cielo gris y lluvioso. Por no hablar de la temperatura, que sigue siendo bastante fresca, obligándome a llevar constantemente la sudadera y la chaqueta cortavientos.
– ¡Y pensar que estuve a punto de dejarlas en casa! –
Dado que el clima se suponía mucho más cálido, imaginé que llevar ropa de abrigo sería un peso innecesario dentro de la mochila.
Según lo que dice la gente del lugar, parece que esta situación meteorológica es anómala para esta época del año: normalmente, por aquí, las temperaturas son las de una primavera avanzada.
***
Salgo a las 7:20 y fuera del albergue me encuentro con Rosario y Nicola, con quienes hago los primeros kilómetros de hoy; de los demás, en cambio, no tengo noticias.
Para salir de Pamplona atravesamos el centro de la ciudad, pasamos por dentro de la Ciudadela y seguimos por la periferia.
Después de cruzar un paso elevado sobre la autovía de Navarra, llegamos a Zizur Menor, el primer pueblo justo fuera de Pamplona. Superado este, finalmente volvemos a encontrar los paisajes verdes y los caminos de tierra.

Un poco antes de las diez llego a Zariquiegui, donde me detengo a comer algo como refuerzo al desayuno de esta mañana y aprovecho la ocasión para ver la iglesia románica con torre cuadrada del siglo XIII dedicada a San Andrés.
Aquí encuentro a Juanì y Salvador, con quienes me hago una foto frente a la iglesia.
Los dos suelen salir bastante temprano por la mañana y además tienen un paso rápido. Sin embargo, durante el día, les gusta detenerse varias veces para comer y beber algo, cómodamente sentados.
Es gracias a estos momentos de pausa que consigo encontrarlos a menudo en el Camino.
El recorrido de esta mañana, aunque es en subida, no requiere un esfuerzo particular.
A las diez y cincuenta llego al Alto del Perdón, lugar situado a una altitud de 770 metros.
Esta es una de las paradas más esperadas del Camino. De hecho, en esta altura se encuentra el “Monumento al Peregrino”: realizado en 1996, representa una antigua caravana en viaje hacia Santiago de Compostela.
En el monumento está grabada la frase “Donde se cruza el camino del viento con el de las estrellas.”
A este respecto, cabe decir que en estas alturas el viento sopla muy fuerte, tanto que, además del monumento, hay varias turbinas eólicas.
Tengo que esperar un poco antes de poder hacer una foto del monumento sin la multitud de peregrinos que se colocan frente a él para ser inmortalizados.
Y puedo entenderlos porque yo también quiero una foto de recuerdo en este punto. Así que, mientras espero, me hago una con Rosario y Nicola y otra con Helén, una simpática mujer americana que ya he encontrado varias veces.
Finalmente, la paciente espera me recompensa y consigo tener una foto solo frente al monumento e, incluso, otra solo con la obra, sin nadie más.
Menos mal que logré hacer esta foto, porque entre las 3.500 que tomé durante todo el Camino, esta es la que encuentro más emblemática y es mi elegida para la imagen de portada de este relato.
El descenso hacia Uterga, la próxima localidad que encontraré, es más exigente que la subida que me llevó hasta aquí: además de tener una pendiente mayor, en algunos tramos el suelo está lleno de piedras.
En compensación, el paisaje es espléndido.
Las colinas que se ven hasta donde alcanza la vista están completamente cubiertas de verdes campos de trigo, y las espigas movidas por el viento crean unas ondas muy sugestivas.
A embellecer esta imagen contribuye también el clima, que mientras tanto ha mejorado, dejando espacio a amplias franjas de cielo azul con nubes blancas.
Es mediodía en punto mientras atravieso Uterga.
Sin detenerme, veo desde el exterior la iglesia de la Asunción del siglo XVI.

El último pueblo que encuentro antes de llegar a la meta es Obanos, donde me detengo para visitar la iglesia de San Juan Bautista en estilo neogótico, del siglo XIV.
Obanos es también la última etapa del Camino aragonés, el itinerario que comienza en el puerto de Somport.
Quienes llegan aquí, atravesando la comunidad autónoma de Aragón, continúan luego por el Camino francés, hasta Santiago de Compostela.
Debo confesar que incluso hoy he sucumbido a la tentación de reservar el albergue, así que al llegar a las 14:00 a Puente la Reina voy directamente al Albergue Puente, sin perder demasiado tiempo buscando alojamiento.
A posteriori, me arrepiento de haber tomado esta decisión, porque en esta ciudad hay el Refugio Padres Reparadores, que es uno de los alojamientos para peregrinos más importantes del Camino.
Aunque el albergue donde estoy no está mal, me arrepiento de la elección y me prometo que de ahora en adelante no reservaré más, excepto en casos particulares que evaluaré en cada momento.
Por la tarde, doy un paseo para descubrir esta hermosa ciudad medieval.
Mientras estoy por salir del albergue, me encuentro en la recepción con un joven italiano recién llegado. Su nombre es Paolo y me cuenta que comenzó el Camino hace más de un mes, partiendo a pie directamente desde su casa, en Bérgamo.


***
Empiezo el recorrido turístico por Puente la Reina visitando la iglesia del Crucifijo, cuyo origen está vinculado a la orden de los Templarios. En el interior se encuentra un gran crucifijo gótico de madera, que data de mediados del siglo XIV; inusuales y peculiares son los brazos de la cruz y, en consecuencia, los del Cristo, realizados en forma de V en lugar de horizontales.
A continuación, caminando por la calle Mayor, veo la iglesia de Santiago, de construcción románica del siglo XII, cuya arquitectura ha sido modificada varias veces en épocas posteriores.
El portal de arco apuntado con lóbulos repetidos es un detalle arquitectónico que, en el Camino de Santiago, solo se encuentra en esta iglesia de Puente la Reina, en Cirauqui (iglesia de San Román) y en Estella (iglesia de San Pedro de la Rúa).
All’interno della iglesia, tanto el imponente retablo del altar mayor como una policromada escultura de madera están dedicados a Santiago. Esta última representa al Apóstol con el rostro oscuro y, por esta razón, la estatua es conocida como Santiago “beltza”, que significa “negro” en lengua vasca.
Recorriendo la calle hasta el final, llego al río Arga, donde está el hermoso puente románico que da nombre a la ciudad. Este se caracteriza por seis arcos de sección semicircular.
Se puede admirar la antigua estructura en su totalidad desde la orilla del río o, mejor aún, desde el puente moderno paralelo construido a poca distancia.

Me encuentro con Rosario y Nicola y, dado que ya hemos visto los edificios más significativos de Puente la Reina, seguimos juntos el recorrido por el pueblo paseando sin un rumbo preciso.
Aprovechamos también para comprar algo de comida para mañana en un supermercado que encontramos por el camino.
Ceno con el mismo grupo de ayer, con la diferencia de que esta vez somos solo siete porque uno, por problemas físicos graves, tuvo que finalizar su Camino y regresar a casa.
Acompañamos el “menú del peregrino” de esta noche con varias jarras de sangría, que sin embargo no están incluidas en el precio fijo.
Entre los segundos platos propuestos en el menú, elijo la carne de toro, que encuentro tierna y sabrosa.
En el mismo restaurante, sentados en una mesa aparte, están también Paolo, el italiano de Bérgamo que comenzó su viaje a pie desde casa, y Fernando, el atlético argentino de setenta y nueve años, maratonista en Machu Picchu: dos personajes opuestos en edad, origen, intereses y quién sabe en cuántas otras cosas, pero probablemente unidos por una misma dosis de “locura” saludable.
En el albergue, en mi misma habitación, también se alojan mis amigos españoles.
Mientras vuelvo para ir a dormir, Salvador me dice que en la cocina han dejado para mí un poco del vino que bebieron esta noche.
– ¡Qué detalle! –
Francamente estoy agotado, pero no quiero ser descortés; así que invito también a Salvador a bajar conmigo para beber en compañía.
Al bajar, nos encontramos en las escaleras con Judith, que regresa de su noche, y la invitamos a unirse a nosotros.
Nos quedamos charlando un rato, bebiendo el poco vino que queda en la botella.
La conversación se desarrolla en español y, por esta razón, no logro captar todos los temas: además del idioma, que no domino bien, también los argumentos políticos sobre el franquismo me resultan un poco difíciles de seguir. A esto se suman el cansancio, la sangría bebida en la cena y, por último, el vino.
Al final, me voy a dormir cuando ya han pasado bastante las veintitrés.
– ¡Esta noche me acosté realmente tarde! –
© Aldo Lardizzone 2020 | ![]() |
CREATIVE COMMONS |
Etapa 5 - De Puente la Reina a Estella